El netball en Brooklyn: Una comunidad en la cancha
Atletas*
De pequeña, Maggi Gao no se llevaba muy bien con el deporte, hasta que descubrió su pasión.
"Retratos" es una serie en la que hablamos con atletas urbanos de todo el mundo.
Cuando Maggi Gao se mudó a Nueva York desde Shanghái en 2013 para estudiar Psicología, esperaba conocer a otras personas que compartieran su pasión por el netball. Aunque es muy conocido fuera de los Estados Unidos, en este país no es tan popular. Por eso, le costó mucho encontrar a alguien con quien jugar, y más incluso una cancha donde hacerlo.
Finalmente, Maggi descubrió una cancha en Brooklyn, una de las pocas dedicadas al netball en toda la costa este, y halló su comunidad en Lincoln Terrace Park, en Crown Heights. Es en este lugar donde, mientras hace una serie de ejercicios, nos explica lo que el deporte significa para ella.
En primer lugar, ¿qué es el netball?
Imagínate una cancha de baloncesto. Una cancha de netball es de ese tamaño. Las canastas no tienen tableros, solo postes. La cancha se divide en tercios, y a cada uno de los siete jugadores se les asigna una posición y un área para jugar. Al igual que el baloncesto, el objetivo es encestar la pelota en la canasta del equipo contrario. Sin embargo, cuando tienes la pelota no puedes moverte. Solo puedes dar un paso antes de detenerte, girar y pasarla. Requiere bastante más precisión y agilidad que muchos otros deportes.
¿Cómo lo conociste?
Crecí en Shanghái y no era, digamos, la persona más deportista del mundo. Con 8 años, me matriculé en una escuela británica que acababa de abrir en mi vecindario y el netball formaba parte del plan de estudios. Por aquel entonces, odiaba hacer ejercicio, pero el netball me hizo tener más confianza en mis habilidades deportivas. Me apoyaron mucho. [Me decían] "De acuerdo, prueba esto. No te preocupes si haces algo mal". Fue la primera vez que pude probar algo. Llevo jugando al netball mucho tiempo. Ahora mismo no me salen los números, espera… 17 años, sí, eso es.
¿Cómo es la comunidad de netball en la ciudad de Nueva York?
Cuando entras, te das cuenta de que es una comunidad muy unida. A través del netball en Nueva York, me adentré en la comunidad de netball estadounidense de origen caribeño. Al principio se mostraban un tanto escépticos, pero es porque crecieron juntos y el netball corre por la sangre de sus familias. Sus padres, emigrantes del Caribe, son exjugadores nacionales de netball de Jamaica, Trinidad, Granada, etc. Finalmente, me aceptaron después de ver todo el esfuerzo que ponía y lo bien que conocía el juego. Fue una experiencia muy divertida. Gracias al deporte, te encuentras con personas que de otra manera jamás hubieras conocido.
Existe la idea de que el netball es un deporte "de chicas". ¿Cómo te hace sentir eso?
Cuando era más joven, me sentía un poco rara al respecto. Es como si te dijesen: "Vaya, entonces juegas a un deporte de chicas". Es una forma de sugerir que este deporte no es lo suficientemente bueno para los chicos. Sin embargo, con los años, [me di cuenta] de que requiere bastante más precisión y agilidad que muchos otros deportes. Creo que si tuviera que compararlo [con otro], sería con el rugby a 7. Se requiere mucha fuerza y velocidad. De hecho, existe una liga masculina de netball muy importante en Australia. No es profesional, así que no se les paga por ello. Sin embargo, es tan grande que los jugadores están formando un equipo de netball masculino al que pronto se le pagará por jugar. Así de importante es este deporte. En países donde el netball es muy popular, se considera el deporte definitivo no solo para mujeres, sino también para hombres.
"Con el tiempo no pierdes habilidad, sino que te conviertes en un jugador más astuto".
¿Durante cuánto tiempo más te ves jugando?
Para divertirme, probablemente otros 30 años. En el Lincoln Terrace Park son varias las mujeres que se reúnen para jugar al netball. Es un estilo de vida para ellas. Algunas son exmiembros del equipo nacional del Caribe. Por eso, han transmitido el netball a sus hijos y todavía quedan para pasar el rato y jugar. Tengo 25 años y soy entrenadora personal, pero hay una jamaicana con la que juego, de unos 60 años, que me hace morder el polvo. Con el tiempo no pierdes habilidad, sino que te conviertes en un jugador más astuto.
Texto: Sam Hockley-Smith
Publicado: septiembre de 2020