Cuando Pernille tenía 10 años, escribió una carta a su yo del futuro en la que imaginó que se convertiría en una futbolista profesional y sería de las mejores del mundo. Por aquel entonces Pernille no lo sabía, pero su sueño se cumpliría.

Durante su infancia en Dinamarca, lo que más le gustaba a Pernille era jugar al fútbol con sus amigas en el jardín que había detrás de su casa. Aunque atardecía, se hacía de noche y salían las estrellas, no dejaban de pasarse el balón, chutar y meter goles. Pernille podía pasarse toda la noche allí si no fuese porque su familia la llamaba para cenar.

"Todo el mundo debería tener oportunidades para tener éxito en la vida".

Cuando no estaba jugando al fútbol, Pernille se estudiaba el deporte. Veía vídeos de la estrella brasileña del fútbol Marta Vieira da Silva y luego volvía al jardín a copiar su juego de pies y los chutes.

Sin embargo, mientras mejoraba sus habilidades, se reducían las oportunidades de jugar en competiciones de su ciudad. No existían los ejercicios de fuerza ni los entrenamientos adicionales para niñas y tuvo que luchar por conseguir un hueco en el equipo de niños para poder seguir avanzando en el fútbol.

Aquella no fue la última vez que Pernille tuvo que cuidar de sí misma como futbolista.

En 2017, después de una temporada estelar, Pernille y su equipo se pusieron en huelga para pedir un salario más justo. Perdieron algunos partidos importantes, pero su éxito animó a otros equipos a pedir lo que les corresponde.

Pernille dijo que, después de todo, estaban orgullosas de haberse defendido y de haber conseguido un cambio.

Hoy en día, Pernille es considerada una de las mejores jugadoras de fútbol del mundo, tal y como se imaginó.