Los espíritus rebeldes nunca paran
Department of Nike Archives
De perderse los campeonatos de atletismo escolares estatales de Oregón a batir récords a nivel mundial, Steve Prefontaine nos demostró que las ganas valen más que el oro. Descubre cómo la superestrella de los inicios de Nike no solo corría para ganar, sino para crear un legado de esperanza para cualquier espíritu rebelde que quisiera seguir sus pasos.
"Hoy voy a salir a correr por mi cuenta", solía decir Steve Prefontaine a sus colegas de equipo. Pero no era del todo cierto. Conducía más de 100 km desde Eugene a la cárcel estatal de Oregón en Salem para correr y charlar con los reclusos.
Se trata de una de las prisiones más antiguas de EE. UU. y alberga convictos desde 1869. Dentro de sus muros de 8 metros de alto hay una pista de asfalto de 400 metros y uno de los clubes de running carcelarios más antiguos del país, fundado a principios de la década de 1970 por el mismo Prefontaine.
En sus 4 años en Oregón, Pre jamás perdió una carrera universitaria ni de 5000 ni de 10 000 m.
Lo que comenzó como una visita a la cárcel para un proyecto sociológico, pasó a ser algo más para Pre. "Tras conocer a los reclusos, inició un programa de entrenamiento que disfrutaba de verdad", comenta su compañera de clase Mary Marckx al Department of Nike Archives (DNA). "Él creía que el running te podía cambiar la vida y le gustaba la interacción".
Pre era conocido por correr con casi cualquier persona: desde estudiantes de secundaria a reclusos, pasando por niños… Pero no se dejaba ganar por nadie.
Han pasado casi 50 años de la prematura muerte de Pre, pero la semilla que plantó en la cárcel estatal de Oregón ha dado sus frutos. El club de running organiza carreras de 5 y 10 km de marzo a octubre cada año, que culminan con la media maratón High Wall Half Marathon. Cualquier civil puede unirse a los 150 miembros del club de running en sus carreras. A veces este es el único contacto con el mundo exterior permitido para los reclusos. Para unirse al club se necesitan 18 meses de buen comportamiento y hay lista de espera.
Runners de todo el mundo van de peregrinación a la "Roca de Pre" en Eugene. Dejan flores, dorsales de maratones y cartas con esperanzas y sueños como homenaje a un hombre que enseñó que en el running no solo importa la velocidad, sino tener las agallas de ser fiel a ti. Aunque la mayoría de los runners del Oregon State Penitentiary Run Club nunca podrán viajar una hora para visitar la "Roca de Pre", el club recaudó fondos para su inscripción en 1997.
Runners presentan sus respetos en la "Roca de Pre".
"Pre sigue corriendo con nosotros cada vez que honramos el legado que nos dejó en este centro penitenciario", escribe un recluso de esa cárcel como respuesta a una pregunta de DNA enviada a través de un oficial penitenciario estatal. "Pre encontraba la calma cuando visitaba la cárcel. Aunque se le recuerda como alguien a quien no le importaba lo que pensaran los demás, poca gente sabía dónde iba cuando venía aquí".
"Su habilidad natural y su naturaleza rebelde nos tocó la fibra", continúa el recluso. "Aunque venía para entrenar y promover el running como estilo de vida, lo que más se recuerda es cuando se sentaba con los reclusos después de correr, a charlar sobre las dificultades de la vida. Décadas después de sus visitas y de su temprana muerte, ya no queda nadie de aquellos reclusos. Sin embargo, su espíritu sigue vivo en su leyenda y ha alcanzado el estado de héroe de nuestro folklore".
Incluso tras llegar a la meta, los espíritus rebeldes nunca paran.