Lieke sabía que quería ser futbolista profesional, pero no sabía cómo conseguirlo. Cuando era pequeña, solo veía a hombres jugando al fútbol en la televisión y no había equipos para niñas cerca de donde ella vivía en los Países Bajos.

Lieke tenía claro que quería jugar y por eso se unió al equipo masculino. A los niños no les parecía bien porque creían que no podría seguir el ritmo. Lieke tuvo que esforzarse mucho para demostrar que era una parte importante del equipo. Los chicos tuvieron que admitir que su velocidad y los goles que metía eran impresionantes. Sin embargo, incluso después de ganarse a su equipo, los niños de otros equipos no querían que jugase. Le tiraban de la coleta y la insultaban. El acoso la cabreó y decidió que se esforzaría aún más.

"Me alegro mucho de poder inspirar a tantas niñas y de enseñarles lo que pueden conseguir si se esfuerzan".

Empezó a mejorar cada vez más y más. Con 16 años, Lieke se unió a su primer equipo profesional.

Debutó en 2017 en la Eurocopa femenina. Consiguió 2 asistencias muy importantes y marcó 3 goles, uno de ellos decisivo para ganar a Bélgica. En ese mismo partido, su regate a lo Cruyff dio de qué hablar. Con un movimiento electrizante engañó a dos jugadoras y giró el balón de tacón hacia la portería. La escogieron como la mejor jugadora del torneo. Lieke levantó bien alto su trofeo de plata delante de todas las cámaras y estaba radiante.

Cuando juega en un estadio lleno, Lieke se siente orgullosa de que el fútbol femenino reciba la atención que se merece. Según Lieke: "Cuando era joven, mis referentes eran algunos hombres. Ahora siento que estoy en esa posición y quiero demostrar a las niñas todo lo que pueden conseguir".