Rompe el ciclo de estrés e insomnio
Coaching
El sueño y la salud mental van de la mano, pero no siempre se llevan bien. Aprende a mejorar esa relación para conseguir progresos.
- El estrés cuenta como obstáculo a la hora de dormir lo suficiente y, cuando empiezas a dormir mal, también se resiente la capacidad de gestionar el estrés.
- Los cambios sencillos en tu entorno o en tu rutina pueden mejorar el sueño y maximizar el progreso de los entrenamientos.
- Rechazar una copa por la noche o leer una novela y dejar de ver la televisión puede hacer que tengas "buenas noches" de verdad.
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Nos pasan cosas y es normal que el estrés esté presente en nuestras vidas. A veces dura poco, como cuando tienes muchas cosas por hacer. Otras, se prolonga, como en el caso de los despidos, los problemas de salud y los problemas de pareja. El único factor que se ve más afectado que la mente es el sueño y se debe a una razón psicológica muy real. Identificarla puede ayudarte a dormir lo que tu cuerpo necesita para progresar hacia tus objetivos de bienestar.
El estrés nos impide dormir
Las situaciones estresantes activan el sistema nervioso simpático, el que pone en marcha la respuesta de lucha o huida, para avisar al cerebro de que hay algún problema. Y en este proceso se libera cortisol, la hormona del estrés. Esto es positivo si la amenaza a la que te enfrentas es real. Imagínate que un coche se salta una señal de stop y tienes que apartarte rápidamente del camino. Sin embargo, es un verdadero problema cuando quieres relajarte en la cama, tal y como explica Jennifer Martin, doctora, especialista en descanso y profesora de medicina en la Universidad de California en Los Ángeles (EE. UU.). Cuando te vas a dormir tras un momento, un día o una semana estresante y no has hecho nada para reducir el cortisol, es como si intentases dormir en medio del campo con un oso acechándote desde fuera de la tienda de campaña. No pegarás ojo. Ese oso puede ser tener problemas económicos, un examen en el que tienes que lucirte para aprobar una asignatura o una discusión con algún amigo o amiga. Nuestra mente actúa igual: "nos mantiene en vela", explica.
La falta de sueño genera estrés
Veamos la otra cara de la moneda. Probablemente hayas notado que, cuando no duermes bien, te encuentras peor y te resulta más difícil aún gestionar el estrés. Un bucle que igual te resulta familiar. ¿La razón? El sueño regula el sistema de respuesta ante el estrés del cuerpo, de acuerdo con Martin. La falta de sueño la mantiene activada y puede hacer que te sientas peor. Además, puede producir irritabilidad, ansiedad, cambios emocionales y menor capacidad de concentración, según nos explica Meredith Broderick, especialista en medicina del sueño, neurología y comportamiento del sueño.
Cuando duermes, el cerebro también se deshace de todo aquello que te impide pensar, razonar, entender y percibir. Al mismo tiempo, afianza los recuerdos y aprendizajes, además de llevar a cabo otros muchos procesos psicológicos que equilibran las partes del cerebro que controlan las emociones y el estado de ánimo, de acuerdo con Broderick. Perderse todas estas cosas maravillosas puede ser un duro golpe para tu bienestar.
Martin señala que, aunque basta con que hayas dormido mal una noche para que no te encuentres bien al día siguiente, en realidad, los efectos mentales se empiezan a percibir tras 4 noches seguidas de falta de sueño. "Algo un poco frustrante puede llegar a ser abrumador y los pequeños desafíos pasan de ser interesantes y estimulantes a convertirse en grandes problemas de repente", añade. También indica que los pensamientos son más negativos cuando sentimos cansancio, como respalda un estudio publicado en el Journal of Sleep Research. En este estudio, las personas que durmieron mal durante 5 días seguidos percibían las imágenes agradables con una actitud molesta. A esto se le suma estar más irascible con tu entorno y el hecho de tener menos ganas de seguir con tus hábitos saludables.
Si crees que has llegado a ese punto de inflexión, sigue estos consejos para controlar el estrés y el sueño.
- Evita el alcohol.
Si tú también eres de esas personas que se toman una copa de vino o una cerveza para relajarse antes de irse a dormir, esto te interesa. Mucha gente recurre al alcohol para evadirse del estrés, y lo suele hacer por la noche, según nos explica Martin. Creen que les ayudará a conciliar el sueño, pero beber en realidad es otro obstáculo para el sueño. "El alcohol te engaña. Al principio, te relaja y te adormece, pero después de unas 3 horas, al metabolizarlo, te hace estar en alerta y afecta al sueño". Cambia la copa por una infusión sin cafeína, como la camomila, que ayuda a dormir mejor, según algunas investigaciones.
- Deja los estímulos fuera del dormitorio.
Martin nos dice que el dormitorio debería ser un entorno agradable que favorezca el descanso y la relajación. Hay que hacer hincapié en esto: no debe ser el espacio donde trabajes, estudies, te pongas al día con las facturas, veas las noticias o discutas con tu pareja. Nos explica que, cuanto más alejes de tu dormitorio los elementos que te causen estrés, mayor será la distancia psicológica que podrás poner entre esas sensaciones y tu descanso.
- Encuentra una actividad que te relaje.
Crear una rutina que incluya una o varias actividades que te relajen puede ayudarte a dormir bien. Leer, preferiblemente en un libro de papel o una revista y no en una pantalla, aleja la mente de los pensamientos que te inquietan, tal y como indica Martin. Añade que escribir un diario y centrarte en los momentos clave del día o en aquello por lo que sientes gratitud puede ayudarte a transformar tus pensamientos negativos en positivos. Y, si te gusta, meditar puede ayudarte a entrar en el modo de descanso. También puedes probar con música relajante que, igual que la meditación, te ayuda a pasar de estar en tensión al descanso. Esto se debe a que reduce el cortisol y libera dopamina. Según los estudios, si la escuchas cada noche, dormirás mucho mejor.
Al fin y al cabo, el sueño y el estrés van de la mano y no puedes progresar en uno sin centrarte en los dos.
Texto: Ronnie Howard
Ilustraciones: Sophi Gullbrants
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