El arte del rendimiento: Así es cómo este futbolista de Ciudad de México perfecciona sus habilidades
Atletas*
Alan Landeros no descubrió el fútbol urbano hasta los 16 años. Ahora, está aprovechando todo ese tiempo perdido.
"Retratos" es una serie en la que hablamos con atletas urbanos de todo el mundo.
Hay miles de formas de descubrir que se tiene pasión por algún deporte. Alan Landeros, estudiante de 20 años de Ciudad de México, descubrió el fútbol urbano navegando en Internet y se quedó fascinado con el creativo estilo de sus jugadores. A diferencia del fútbol estándar, el fútbol callejero se juega generalmente en un campo más pequeño, con menos jugadores, y se marcan más goles. Es necesario tener control, habilidades individuales y saber pensar rápido. Los jugadores como Alan pasan horas desarrollando una serie de trucos que, encadenados, son un espectáculo en las batallas locales contra otros jugadores. Para Alan, no se trata tanto de un juego, sino de una forma de expresión personal.
Quedamos con Alan en su ciudad, en el parque Axomiatla, en el lugar donde entrena para perfeccionar su impresionante repertorio. Durante un breve descanso, Alan nos cuenta cómo es su comunidad local de fútbol urbano y cómo este deporte lo ayuda a canalizar su creatividad.
¿Cómo empezaste a interesarte por el fútbol urbano?
Cuando era más pequeño, jugaba cerca de mi bloque con mis vecinos, casi siempre a juegos infantiles como el pilla pilla o el escondite. Luego, cuando crecimos, solía quedarme en casa viendo vídeos en Internet y así me enteré de la existencia del fútbol callejero a los 16 años. No conocía a nadie que estuviera interesado en el fútbol urbano y que quisiera aprender conmigo, pero no pasa nada porque, al menos para los trucos y los combos, es un deporte que puedes practicar solo. Comencé a imitar lo que veía en Internet, los trucos y las transiciones que hacían los jugadores famosos en sus combos hasta que creé mi propio estilo.
¿Cómo es la escena del fútbol urbano en Ciudad de México?
Cada jugador de fútbol urbano tiene un estilo diferente. Todos somos amigos, pero surgen rivalidades cuando entrenamos juntos o competimos contra los demás. Cuando empecé en el fútbol callejero, tenía miedo porque no sabía si la comunidad me aceptaría. Antes de conocer a los jugadores de mi ciudad, los admiraba y todavía lo hago. Ahora soy parte de un equipo más grande y también he formado mi propio equipo con un amigo.
¿Por qué te gusta practicar aquí?
Es un barrio bastante tranquilo, me siento seguro cuando vengo y cuando vuelvo a casa y no parece peligroso estar al aire libre. La altitud en esta parte de la ciudad es mucho mayor que en el centro, por lo que hace más frío y hay que subir cuesta arriba para llegar, pero me lo tomo como otra parte del entrenamiento.
"Soy un inconformista. [...] No me quedo con lo primero que se me ocurre".
¿En qué sentido te ayuda el fútbol urbano?
El fútbol urbano me ayuda a explorar mi creatividad. Cuando se me ocurren combos, por ejemplo, me dejo fluir mucho entre cada truco y eso es una señal que muestra cómo soy como persona. O cojo los trucos que ya domino e intento hacer nuevas variaciones para crear algo completamente diferente. Yo diría que eso deja ver que soy un inconformista, que no me quedo con lo primero que se me ocurre.
Descubriste el fútbol urbano bastante tarde. ¿Qué impacto ha tenido sobre ti?
Antes era muy tímido y, cuando comencé a entrenar, me daba vergüenza hacerlo en un parque o en cualquier espacio público porque la gente se paraba y me miraba, y eso me ponía nervioso. Ya no me pasa. Ahora entreno todos los días durante dos o tres horas en cualquier sitio. A veces grabo mis combos en el centro histórico de la ciudad, como en el Monumento a la Revolución, que siempre está lleno de gente. Si mucha gente se para a mirarme, aprovecho para hacer un vídeo.
¿Cómo entrenas tus habilidades?
Se me ocurren ideas nuevas en cualquier momento del día, a veces simplemente viendo vídeos antiguos de mí mismo, pero prefiero esperar y practicar los trucos difíciles cuando entreno. He tenido algún que otro accidente mientras intentaba hacer algo nuevo sin pensarlo antes bien. Una vez me hice tanto daño en la rodilla que no pude entrenar durante cuatro meses. Cuando volví a entrenar, noté que tenía miedo de intentar cosas nuevas porque no quería correr el riesgo de lesionarme, pero eso fue todavía peor porque me estanqué y empecé a sentirme desmotivado. Ahora trato de planear el truco todo lo que pueda, pero al final siempre me arriesgo. Si me caigo, pues vale. No me quiero quedar estancado.
Texto: Karina Zatarain
Fotografía: Darryl Richardson
Publicado: septiembre de 2020