La pista es tu hogar
Comunidad
Un grupo de jóvenes refugiados sudaneses en el oeste de Australia encuentra esperanza, identidad y amistad en el baloncesto.
"En buena compañía" es una serie sobre equipos y clubes que desafían el sistema establecido en sus deportes.
En la ciudad de Fremantle (o Freo) hay un partido improvisado de 3 contra 3, concretamente en la cancha de South Beach de Perth. Puede parecer un amistoso, pero se rumorea que en realidad los participantes se están jugando algo grande: quienes pierdan pagan la cena.
"Mmm... ¡qué buena va a estar esa cena!, grita Chris Lako, el más gracioso del equipo (y el más bajito. Cuando vacila, su estatura pica todavía más a sus contrincantes).
Sebit Reath, el líder informal del grupo, sonríe mientras controla la pelota. "Tío, yo voy a querer un batido", dice el joven de 22 años, que ha jugado en la universidad con una beca de baloncesto. "Y más vale que te rasques el bolsillo, porque también quiero ir a Nobu". Le gusta la alta cocina japonesa.
"A mí no me vais a sacar ni una miguita de pan. ¡Venid aquí!", contesta Chudier Lap que, a los 21 años, es uno de los jugadores más jóvenes.
"En realidad, también podemos ir de barbacoa, ¿no?", añade Ngor Manyang, uno de los compañeros de equipo de Sebit. Sus acentos son claramente de Australia, pero su entonación deja ver sus raíces. Todos los chicos de la cancha son refugiados de Sudán del Sur que llegaron de pequeños a Perth, ciudad situada en la costa oeste de Australia.
Aquí, en la otra punta del mundo, destacan un montón. Sebit mide 2,08 m. Pero la verdadera razón por la que dejan sin habla a los espectadores es por demostrar una serie de habilidades de alto nivel muy poco común. Hay dos tipos de jugadores: los profesionales y los que están trabajando para serlo. Pero hoy, la cosa va de pasión por el deporte (y por la comida).
Sebit los pasa por la banda izquierda hacia la canasta ¡y anota! Van ganando por 4. Hora de descansar un poco.
De izquierda a derecha: Chudier, Ngor y Chris bromean y estiran antes del partido.
Nos hemos reunido para charlar con Sebit, su hermano pequeño Chuatwech de 19 años, que ha jugado en el equipo de la liga nacional local, y Ngor. Queremos descubrir cómo este deporte les ha dado la oportunidad de conectar con lo que más valoran.
Hablamos de la pasión por el baloncesto, un pasaporte a la libertad y la victoria.
De Sudán del Sur a Perth. ¿Qué llevó a vuestra familia a emprender ese viaje?
Chuatwech: Yo nací en Waat, en Sudán del Sur. La guerra civil fue lo que llevó a nuestra familia a mudarse cuando yo tenía 3 años.
¿Dónde está vuestro hogar?
Chuatwech: Australia ha tenido un papel fundamental en mi vida y valoro muchísimo cada oportunidad que he tenido. Pero siempre tendré una conexión con Sudán del Sur y siempre será mi hogar. Siento un vículo muy fuerte con mis raíces.
De izquierda a derecha: Chat, Nyanen, Chol, Sebit, Dinaay, Thomas, Nyadang y Chuatwech Reath en su hogar en Ellenbrook, al oeste de Australia.
¿Cómo os ha ayudado a conectar con la comunidad australiana el hecho de practicar deporte?
Chuatwech: El deporte me ha enseñado que no puedes dar nada por sentado y que el trabajo duro es la única opción que tienes si quieres superar las situaciones difíciles. Yo aspiro a un futuro mejor y dar aquel salto de Sudán del Sur a Australia ha merecido la pena. Con suerte, algún día podré volver al lugar de donde vengo y crear un impacto positivo allí.
Sebit: Creo que el hecho de que se te dé bien el deporte te ayuda a sentirte más incluido. Creo que es algo que te acerca a los demás.
¿Por qué baloncesto?
Ngor: Pertenecemos a una de las tribus con las personas más altas del mundo; la tribu dinka de Sudán del Sur. Decantarnos por el baloncesto era algo natural porque nuestras condiciones físicas nos favorecerían.
Sebit: Yo lo elegí principalmente por mi hermano mayor. Quería jugar con él. Lo hacemos todo juntos. El baloncesto es uno de los tres pilares de mi vida: los estudios, la familia y, bueno, el baloncesto.
Chuatwech: Mis hermanos jugaban. Iban a partidos los fines de semana y yo siempre quería jugar con ellos. Así que dejé el fútbol y empecé a jugar al baloncesto. Al final, acabé entrenando muy en serio, y ahora estoy intentando dedicarme a ello de manera profesional. Mi vida gira en torno al baloncesto. Es lo único en lo que pienso.
De izquierda a derecha: Chris, Ngor y Chudier van riendo en el asiento trasero de un coche de camino a la cancha de South Beach.
¿Cómo empezó vuestro equipo?
Chuatwech: Nos conocemos desde hace años. Nuestras familias se conocen. Empezamos a jugar juntos desde pequeños. En algún momento alguien formó el equipo para la asociación nacional de baloncesto sursudanesa-australiana: la Perth Rhinos. Las personas que jugaban en el equipo lo dejaron en 2018. Pero nosotros vemos el nuestro como una continuación.
¿Cómo es jugar en este equipo?
Sebit: Te hace olvidarte de todo el ruido exterior. Cuando estamos juntos, nada más importa. Porque el baloncesto es ese tipo de deporte en el que necesitas cohesión. Todo el mundo tiene que estar alineado para que el equipo triunfe. Discutimos, pero luego pasamos página para dibujar la siguiente jugada. Puro trabajo en equipo. Ese tipo de cosas simplemente consiguen reforzar la amistad.
Ngor: Siento todo su amor y toda su energía. Es genial encontrar apoyo en este grupo, porque de verdad estamos ahí para nuestros amigos, pase lo que pase.
Chuatwech: Somos como una familia. Si tienes algún problema, se lo puedes contar a cualquier amigo del equipo. Durante los partidos, obviamente, batallamos con muchas cosas y no queremos perder. Pero el baloncesto es un trabajo de equipo. Tienes que dejar a un lado las diferencias que tengas con quien sea. Plantearnos cómo vamos a actuar nos ayuda a trabajar nuestra capacidad para resolver problemas.
Ngor ayuda a Bang a levantarse después de una falta.
¿Cómo fortificáis vuestro vínculo fuera de la cancha?
Ngor: Nos animamos mutuamente y eso nos ayuda a trabajar muchísimo la resiliencia. Cuando jugamos juntos, sentimos que cuando uno triunfa, triunfamos todos. Eso es lo que más me gusta de los deportes de equipo.
Sebit: El hecho de jugar juntos es algo que fortalece nuestra amistad. Poder discutir cualquier cosa y seguir avanzando es algo que refuerza mucho cualquier relación.
Almuerzo en familia en casa de la familia Reath.
¿Cómo describiríais vuestro estilo de juego y vuestros puntos fuertes?
Ngor: A mí se me da muy bien entrar a canasta. Es sin duda uno de mis puntos fuertes.
Sebit: En mi caso, creo que son mi versatilidad y mi altura. Gracias a ellas, puedo tirar desde cualquier punto.
Chuatwech: Creo que mi velocidad y mi forma física. También se me da bien pasarla. Me gusta ganar, así que hago todo lo que puedo para conseguirlo.
¿Quién es el mejor jugador?
Sebit: (Totalmente serio) Yo creo que yo.
Chuatwech: (Totalmente serio) Mi hermano.
De izquierda a derecha: Chris, Bang y Chudier luchan por pillar un rebote.
Volvemos a la cancha, donde el juego ya está que arde. Sus voces recorren la cancha tan rápido como sus pases.
"¡No quiere tirar!".
"¡Tira, tío!".
"¡Eh! ¿Qué se siente al ser tan bajito?".
"Venga, enséñanos cómo se hace".
Los jugadores de las canchas de cercanas dejan de jugar y se reúnen para ver de cerca el nivelazo de este equipo. La admiración de este público por las habilidades de los chicos es una de las pruebas de que, a través del baloncesto, se han convertido en los héroes de la zona.
La serie de partidos de 11 puntos acaba en 4-3 con el equipo de Sebit llevándose la victoria. Como jugador MVP del partido, Sebit dedica unos minutos a saludar a los niños que se han acercado a verlos jugar.
Al terminar, el equipo se marcha a la playa para relajarse un poco en la famosa brisa de Fremantle, conocida localmente como Freo Doctor por cómo la brisa marina ayuda a aliviar el calor de los veranos australianos. En la arena, con esa brisa a su alrededor, corren hacia las olas persiguiéndose unos a otros, dándose toquecitos y cayendo de la risa.
De izquierda a derecha: Chris, Chudier y Bang se relajan tras el partido en South Beach.
El equipo perdedor promete a los ganadores que les llevarán a por unas hamburguesas o unas costillas en algún momento. La victoria lo es todo para ellos en el momento de la batalla, pero, al mismo tiempo, no es para nada lo que importa. Para este grupo de amigos, el baloncesto es un idioma común, una forma compartida de entender el mundo y de sentirse parte de un todo. Las costillas son solo un extra muy sabroso.
Texto: Aarti Betigeri
Fotografía: Chris Gurney
Publicado: octubre de 2020