Cómo sobrellevar el mal genio

Coaching

La diferencia entre una reacción explosiva y una calmada puede marcarla algo tan simple (y tan importante) como este truco en el momento oportuno.

Última actualización: 4 de junio de 2021
Utiliza este truco mental para controlar tus reacciones

Si alguna vez has visto a un cliente que se dirige de malas maneras a un camarero en un restaurante y has pensado: "Vaya, sí que tiene paciencia", ya sabes que hay gente con la calma de Yoda. También es posible que esa persona esté acostumbrada a los comensales maleducados o que haya recibido instrucciones de entrar en discusiones. O puede que haya dominado lo que muchos expertos en psicología llaman "la pausa".

La pausa es el momento que transcurre entre un acontecimiento desencadenante y tu respuesta, ya sea verbal o física, explica Djuan Short, trabajador social clínico y profesor de yoga de Filadelfia (EE. UU.). Ese momento, que puede durar desde unos segundos hasta horas, te permite ser consciente de lo que viene después y transformar una reacción impulsiva en una racional, asegura Short.

¿Por qué? Porque hacer una pausa te hace ser consciente de tus acciones; te obliga a no actuar impulsivamente, a ordenar tus pensamientos y a anular los que no sean productivos. Es una habilidad que no todo el mundo tiene y que está ligada a nuestra naturaleza.

"El mundo no nos da la oportunidad de desarrollar esta capacidad. Sentimos que tenemos que responder de inmediato", asegura Raquel Martin, psicóloga clínica de Nashville (EE. UU.). Eso se debe a que la sociedad actual prioriza la inmediatez por encima de la calma y la estabilidad y, a menudo, nos dejamos llevar por nuestros impulsos porque no tenemos la opción de procesar todo lo que sucede, explica Martin.

Cuando reaccionas negativamente ante una situación, suele ser porque sientes estrés, inseguridad o percibes una amenaza (esto incluye enfadarse u ofenderse, lo que puede hacer que sientas algunas cosas como un ataque personal), afirma Short. Cualquiera de estos sentimientos puede activar el sistema nervioso simpático de tu cuerpo, responsable de la lucha, la huida o la paralización. Puede que incluso notes que tu ritmo cardíaco y tu respiración se aceleran, tus músculos se tensan y empiezas a sudar. Esta respuesta es un mecanismo de supervivencia que te prepara para reaccionar rápidamente ante situaciones de riesgo vital, explica Short. Pero el tráfico y el exceso de tareas no son situaciones de vida o muerte, por mucho que te den ganas de gritar o salir corriendo.

"El mundo no nos da la oportunidad de desarrollar esta capacidad. Sentimos que tenemos que reaccionar de inmediato".

Raquel Martin
Psicóloga clínica

Hacer una pausa ante las situaciones difíciles no solo ayuda a calmar la respuesta simpática y permitir que el sistema nervioso parasimpático (la parte de descanso y digestión) tome el control, sino que también puede hacer que pases de "sobrevivir" a "prosperar", asegura Short. Las reacciones instintivas surgen de emociones que no se analizan ni se gestionan, afirma. Y casi siempre nos arrepentimos de ellas: gritar a tu pareja, enviar una respuesta sarcástica a una amistad o decir que no a una petición fácil pero urgente de tu compañero. En cambio, la pausa te permite recordar que no hay ninguna amenaza en ese momento, para que puedas reaccionar con madurez, amabilidad y determinación, explica Short

Entonces, ¿qué hay que hacer exactamente durante la pausa? Depende. Cada persona es un mundo, pero aquí tienes unas cuantas técnicas para probar. Prueba hasta que encuentres la que te funciona.

Utiliza este truco mental para controlar tus reacciones
  1. Establece límites.
    Ya sea en el trabajo o en casa (quizás sean el mismo lugar), hacer una pausa puede significar establecer límites, afirma Short. Pongamos que un familiar o un compañero de trabajo quiere que hables o hagas algo inmediatamente. Aunque pienses que tienes que responder o ponerte manos a la obra en seguida, no dudes en aceptar su petición y decir: "Dame un segundo para pensarlo" o "Necesito un minuto". Short asegura que decir lo que necesitas en ese momento establece unos límites entre tú y las demás personas, eliminando así la probabilidad de que reacciones desde un lugar puramente egoísta o emocional. A partir de ahí, podrás ser consciente de lo que dices mientras estás hablando, eligiendo tus palabras, el tono y el mensaje con tacto, añade.

    Mucha gente tiene problemas con esto, ya que le preocupa que la otra persona se pueda enfadar o molestar si no recibe una respuesta instantánea, señala Short. Pero recuerda que una pausa efectiva no tiene por qué durar horas o días. Y, de todas formas, en la mayoría de los casos, tu energía positiva y centrarte en la solución compensarán el tiempo perdido.

  2. Inspira, espira.
    La respiración es una gran herramienta para mantener (o recuperar) la calma. En lugar de levantarle el dedo al conductor que te ha cortado el paso o hablar mal al profesor que no te ha puesto la nota que esperabas, puedes practicar la respiración consciente, que te ayuda a centrarte en el momento presente y te aleja de la fuente de tu frustración para que puedas recuperar la calma y la claridad. Short sugiere la respiración cuadrada, en la que inspiras contando hasta cuatro, mantienes cuatro, espiras cuatro y mantienes de nuevo cuatro, y dura lo suficiente como para darte tiempo a reflexionar. Hazlo durante el tiempo que necesites para relajarte y responder como la persona adulta y responsable que llevamos dentro. Por cierto, ¿alguna vez te has dado cuenta de que "responder" tiene la misma raíz que "responsable"?

  3. Háblate de forma amable.
    Tener un autodiscurso desde una perspectiva positiva (o, al menos, neutra), como "relájate", "puedo hacerlo" o "solo necesito un momento", te ayuda a reflexionar sobre lo que realmente está sucediendo y te proporciona un punto de vista más optimista, para que puedas sentirte menos derrotado y tener más control, asegura Erlanger A. Turner, psicólogo clínico en Los Ángeles (EE. UU.). Puede que el final de una sesión de HIIT sea duro, pero tú lo eres aún más. Y, sí, ese helado tiene buena pinta, pero en realidad la fruta es el postre refrescante que te apetece. Tomarte un minuto para reflexionar antes de rendirte o ceder y redirigir la voz interior hacia un lugar más productivo puede cambiar tu forma de avanzar.

Por cierto, dominar el arte de la pausa no se aprende de un día para otro. Prueba los métodos anteriores al menos dos semanas y practícalos más de una vez a la semana antes de rendirte, recomienda Martin. Puede que algunas técnicas no te funcionen, pero antes de descartarlas, considera con sinceridad cuánto te has esforzado. Cualquier cambio, por pequeño que sea, a la hora de reaccionar es señal de que algo está funcionando, añade.

Todos sabemos que en la vida no se puede dar marcha atrás. Pero, si aprendes a hacer pausas, seguramente no quieras (o no necesites) hacerlo.

Texto: Ronnie Howard
Ilustración: Gracia Lam

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Publicación original: 1 de junio de 2021