Tómate las comidas con calma

Coaching

Comer sin prisas es beneficioso para el cuerpo y la mente. Aprende a ir despacio.

Última actualización: 11 de mayo de 2021
Seis formas de comer despacio de verdad y disfrutarlo

¿Alguna vez te has quedado de pie en frente del fregadero o mirando tus redes sociales (o ambas cosas) mientras engulles el almuerzo a toda velocidad? ¿Te has llegado a tragar un batido tan rápido que hasta has pensado que has malgastado el dinero que te ha costado?

No te avergüences, no todo es culpa tuya. Según la nutricionista Kathleen Melanson, profesora y directora del programa de doctorado en nutrición y ciencias de los alimentos en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Rhode Island (EE. UU.), hay muchos factores que te animan a devorar así la comida.

Quizás parezca hambre en estado puro, pero no lo es. La ansiedad, el estrés y otras emociones que ahora nos resultan tan familiares pueden provocar que empecemos a comer así. Para algunas personas, comer rápido forma parte de su ADN. Y luego está el entorno, que tiene muchísimo peso: mucha gente aprende desde la niñez que comer deprisa es eficiente. "Comer es una tarea más en nuestra lista de cosas pendientes", explica Melanson.

Seis formas de comer despacio de verdad y disfrutarlo

Comer despacio lo cambia todo

Cada vez que te planteas comer con más calma surgen mil factores en tu contra. Tantos que dudas de que merezca la pena intentarlo. Pues hay un buen motivo: así conseguirás una mayor sensación de saciedad y entenderás que no es necesario atiborrarte.

Según Krista Scott-Dixon, directora del plan de estudios de Precision Nutrition, la mayoría de la población deja de prestar atención a estos factores a lo largo de los años. Ella misma nos explica que, en lugar de identificar de forma consciente si tenemos hambre o no, hemos aprendido a guiarnos por señales externas, tales como "es la hora de la cena", "si mi pareja come, yo también" o "aún me queda comida en el plato". Sin embargo, comer despacio ayuda a controlar las cantidades sin mucha complicación y contribuye a evitar excesos, incluso ante tu plato favorito.

Y funciona porque cuando ingerimos alimentos se genera una cascada de respuestas corporales. El cerebro interpreta señales físicas, como la contracción y la relajación de los músculos de la mandíbula al masticar; el sistema digestivo se prepara para recibir y procesar los alimentos y, finalmente, el sistema regulador del apetito libera hormonas que sacian el hambre, según nos cuenta Melanson.

En lugar de identificar de forma consciente si tenemos hambre o no, hemos aprendido a guiarnos por señales externas, tales como "es la hora de la cena", "si mi pareja come, yo también" o "aún me queda comida en el plato".

Krista Scott-Dixon
Directora del plan de estudios de Precision Nutrition

Pero si dejas el plato limpio en dos segundos, el cuerpo y el cerebro no tienen la oportunidad de registrar las señales y responder correctamente. Según Melanson, si reduces la velocidad, es menos probable que comas en exceso en tu día a día y en un futuro.

Como ventaja añadida, disminuir el ritmo también contribuye a facilitar la digestión, apunta Scott-Dixon. Cuando engulles, la comida pilla al estómago y a los intestinos desprevenidos, por lo que no pueden procesarla correctamente. También existe el riesgo de activar de golpe el sistema nervioso simpático (tu mecanismo de respuesta de lucha o huida) desviando la sangre del sistema digestivo, lo que altera las contracciones de los intestinos para mover los alimentos. Todo esto puede provocar acidez, indigestión y estreñimiento.

Dejando a un lado las funciones corporales, los expertos coinciden en que comer de forma tranquila nos hace sentir mejor. Los estudios demuestran que disfrutamos más de las comidas cuando las ingerimos despacio. Así que tal vez acabes necesitando menos calorías para disfrutar del mismo placer, según Melanson. Una gran ventaja si quieres controlar tu peso sin dejar de disfrutar de la vida. También para no llenar demasiado el estómago antes de entrenar.

Seis formas de comer despacio de verdad y disfrutarlo

Si la idea de ir más despacio te asusta, plantéatela como una habilidad para madurar y desarrollarte con el tiempo. A continuación, te enseñamos cómo hacerlo.

  1. Elimina las distracciones más acuciantes. No tienes que dejarlo todo hecho antes de sentarte a comer. Si no, seguramente nunca te llegarías a sentar. Antes de empezar, intenta dejar listas las tareas más inmediatas, como enviar un correo electrónico urgente o darle de comer a tu perro. Estar pendiente de este tipo de cosas urgencias puede hacerte acelerar el ritmo de forma involuntaria durante la comida, según Melanson.
  2. Olvídate del reloj. La recomendación estándar solía ser dedicar 20 minutos a cada comida. Pero tanto Melanson como Scott-Dixon opinan que este consejo está desactualizado. Si solo nos fijamos en el tiempo, muchas personas miran el móvil, tragan sin masticar o realizan varias tareas a la vez para matar el tiempo, lo que interfiere en los beneficios de ir despacio, ya que no centran la atención en la comida en sí. Si te distraes, es mucho más difícil saber cuándo has comido suficiente.

    Además, no todo el mundo puede permitirse el lujo de 20 minutos completos por comida. Scott-Dixon recomienda tomarse la hora de comer como una oportunidad para calmarnos y centrar la atención durante el proceso. "Consiste en, por ejemplo, respirar hondo antes de empezar", dice. "Y volver a respirar profundamente después de cada bocado". Hacerlo de forma continuada, aunque al principio solo lo consigas un par de veces, puede ayudarte a desarrollar un hábito de respiración relajada antes y después de cada bocado.
  3. Concéntrate en masticar. Según Melanson, masticar bien la comida no solo evita que te atragantes, sino que también sirve para mandar señales a los centros de saciedad de nuestro cerebro a través de los nervios de los músculos de la mandíbula. Contar cuántas veces masticas puede ser útil, pero no es la estrategia más práctica si prefieres no parecer un bicho raro cuando comes en público. En su lugar, Melanson recomienda masticar hasta que la comida se ablande y no queden trozos grandes. Suena un poco raro en teoría, pero ya verás que sienta genial en la práctica.

    Obviamente, hay alimentos que no necesitas masticar mucho, como los batidos de proteínas y la avena. Pero incluso con ellos puedes imitar el movimiento de la masticación antes de tragar. De nuevo, suena peor de lo que es en realidad.
  4. Visualiza el recorrido de cada bocado. Una de las estrategias de Melanson en sus estudios de investigación consiste en que las personas visualicen cada uno de los bocados desde la boca hasta el estómago, pasando por el esófago, entre bocado y bocado. Puede sonar un poco extraño y seguramente es mejor hacerlo sin compañía, pero esta estrategia ayuda a prolongar los intervalos a la hora de tragar y permite saborear paso a paso, según Melanson.
  5. Conecta con tus sentidos. Ser consciente es un factor clave a la hora de bajar el ritmo y notar las importantes señales de saciedad. Scott-Dixon es partidaria de escuchar, saborear y oler durante las comidas. Puedes centrar la atención en los sonidos crujientes, la textura de los alimentos en la boca, los ingredientes que puedes notar por separado o los aromas que hay en tu plato.

    A veces, Scott-Dixon incluso anima a las personas a narrar su experiencia. "Abre una aplicación de grabación en el móvil y empieza a hablar: 'Este es mi primer bocado. Estoy comiéndome un yogur. Es rosa y huele a fresa'". Puede parecer ridículo, pero repetir este experimento favorece la concentración a la hora de comer, avisa Scott-Dixon, y mejora la atención de forma natural con el tiempo. Además, puede ser una idea creativa para una cita ¿no?
  6. Gestiona los contratiempos. Cuesta deshacerse de los malos hábitos. Si empiezas a comer rápido, Scott-Dixon recomienda hacer una pausa y concentrarse en el cuerpo. A menudo, tensamos los músculos al ir deprisa y provocamos una respuesta en el sistema nervioso. Relájate, estira los brazos o destensa las extremidades si lo necesitas. Retomar la comida en un estado más relajado te ayudará a reducir la velocidad.

    Además, el ritmo de vida acelerado hace que "la comida rápida" sea algo corriente. Así que es normal que, al principio, te cueste relajarte. Empieza por las comidas menos delicadas, como la cena. A partir de ahí, avanza hacia situaciones más complicadas, como los almuerzos en el trabajo y los snacks que tomes en el coche. La comida rápida no está prohibida, pero comer rápido sí debería estarlo.

Texto: Julia Malacoff
Ilustración: Gracia Lam

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Publicación original: 10 de mayo de 2021